26/04/2012
Esa fue la sensación del
Real Madrid, del madridismo y de todos los amantes de este deporte, la de haber
muerto en la orilla después de nadar y nadar durante una larga travesía. La eliminación
de la Champions
en la tanda de penaltis fue un varapalo durísimo para el conjunto blanco, que
tampoco fue un claro merecedor de pasar a la final.
El quedarse a las puertas
y de la manera en la que se produjo es doloroso, pero también hay que hacer
autocrítica y saber que el Madrid no mereció más que el Bayern. Mourinho y sus
ideales ultra conservadores le pasaron factura tanto en la ida como en la
vuelta. En el partido de Munich, el portugués dio por bueno el 1-1, aguantó y
lo terminó pagando. Esto es Champions, semifinales, y los rivales que la juegan
no son hermanitas de la caridad. Todo lo contrario.
En el partido de ayer en
el Bernabéu fue otro poco de lo mismo. Inicio explosivo, fuerte, decidido y con
la garra que caracteriza al Madrid a la
hora de remontar un partido. Demasiado pronto se encontró con los dos goles el
conjunto blanco, que de nuevo prefirió pender de un fino hilo a buscar un
tercer gol –y más aún jugando en casa- y lo terminó pagando. Marcó Robben,
igualó la eliminatoria y desde ese momento el Madrid optó por la contención y
el contraataque en vez de adueñarse del medio campo.
Es incompresible que los
blancos le dieran el balón a un Bayern que tranquilamente gozaba de él,
manteniendo la posesión del balón y evitando así el peligro madridista.
Parte de ello también fue
el físico. Los jugadores venían de jugarse la Liga en el clásico, mientras que los alemanes habían
reservado toda la artillería. Pero el físico nada tiene que ver con la actitud
y el Madrid fue incapaz de llevar la batuta del juego. Y hablando de actitud se
puede hablar de Kaká, el brasileño, que saltó como la esperanza blanca, se
arrastró por el césped, deambulando, sin dar muestras de nada, fallando además
uno de los penaltis.
Durante la prórroga, el
plantel madridista no mejoró, continuó al mismo ritmo, dando muestras de que
daba por buena la tanda de penaltis.
Y los once metros
sentenciaron al conjunto blanco. ¿Es una lotería? No lo creo, simplemente el
mejor consuelo. Los penaltis se ensayan, se preparan e igual de importante es
saber a quién alinear en el once titular como escoger a los lanzadores y su
orden. El Madrid falló los dos primeros y eso ya les sentenció. Pero lo
positivo, el Santo sigue siendo el Santo. El gran Iker Casillas intentó
remendar el roto con dos paradas, pero de poco sirvió.
Con esto no quiero decir,
ni mucho menos, que el Madrid no fuera merecedor de alcanzar la final, pero
también es cierto que el Bayern hizo méritos más que suficientes para
conseguirlo. Desde mi punto de vista personal, los alemanes fueron más
completos en la eliminatoria y, por lo tanto, por mucho que pese se han ganado
a pulso disputar de la final de la
Champions en su casa.
Periodista Deportivo
Máster en Comunicación Empresarial
Redactor MotivaGoal - Madrid
Twitter: @carmunozj