12/06/2012
La mayor competición de baloncesto del
mundo se decide a partir de mañana en siete
últimos episodios que no sólo coronan al mejor equipo de baloncesto del
país sino que supone el choque de dos
estilos, a menudo antagónicos de interpretar el juego. Vamos a continuación con un breve análisis
sobre el estado de las dos franquicias y algunos factores que pueden ser
determinantes en el devenir de la serie.
Cómo campeón del oeste tenemos a Oklahoma City Thunder, un ejemplo de gestión deportiva que durante los últimos cinco años ha
demostrado que se puede construir un equipo campeón a través de una gestión económica y deportiva racional
(sólo hace falta revisar sus elecciones de Draft desde que la franquicia se
mudó de Seattle) y todo ello desde una
ciudad como Oklahoma, en medio de ninguna parte y que a nivel de marketing
nunca había podido competir con las grandes capitales norteamericanas. Enfrente
Miami Heat, representando al
turístico estado de Florida y que ya sabe lo que es ganar un anillo de la NBA.
En 2010, el histórico Pat Riley se convierte en presidente de la
franquicia y se propone volver a
convertir al equipo en campeón usando la fórmula que ya les sirvió en 2006, juntar al máximo número de estrellas que
el límite salarial permita para ser campeones en el mínimo tiempo posible, se
puede discutir sobre el estilo pero nadie le puede negar la eficacia al modelo de Riley.
Se
habla mucho de las urgencias históricas
de los Heat pero para ser justos debemos ir más allá. Un equipo como OKC se sustenta en buenas elecciones del
Draft que permiten construir un equipo competitivo sin superar el límite
salarial, el problema aparece cuando
esos jóvenes se convierten en estrellas y al cabo de cuatro años de contrato exigen
tratamiento contractual de estrella. En el caso de Miami la ansiedad se resume
en un nombre, Lebron James. El para
muchos mejor jugador de baloncesto del planeta se ha quedado muchas veces a las
puertas del anillo, teniendo que soportar críticas que lo acusan de jugador que
no da la talla en los momentos cumbres. La conclusión es tan simple como
estimulante, puede ser un ahora o nunca
para los dos equipos.
Entrando en la vertiente puramente
baloncestística ligera ventaja inicial
para OKC sustentada en tres aspectos, fondo
físico como consecuencia de unos días más de descanso y de la juventud de
sus estrellas, superioridad en el juego
interior y factor cancha a favor
en un hipotético séptimo partido. Al final se va a vender esta final a nivel
mundial como el choque entre Durant y
James pero como siempre será lo que suceda alrededor de ellos lo que
desnivele la balanza, en el momento de forma que atraviesan actualmente
probablemente ninguno de los dos equipos
vaya a tener armas para anular a la estrella rival de forma que será lo que
suceda alrededor de los dos cracks lo que acabe desnivelando la balanza. Scott
Brooks deberá trabajar sobre Russell
Westbrook para que en los momentos de presión se tome un segundo para pensar
antes de empezar a correr (una media de más de 20 tiros por partido es
demasiado en unas finales). James Harden
a priori seguirá saliendo desde el banquillo y puede ser un factor decisivo
(por regla general cuanto más tira mejor le va a su equipo).
En Miami Dwyane Wade tiene que mejorar
sus porcentajes de lanzamiento (22% de acierto de tres ) de lo contrario
están facilitando mucho la labor defensiva de OKC. Apuntar por último que
hombres como Bosch (parece que está recuperado y en franca progresión), Mario Chalmers y el siempre cumplidor Udonis
Haslem tienen que aportar más de lo que hicieron contra Boston, sobre Lebron recaerá la responsabilidad de
anotar, pero también la de involucrar a
sus compañeros de equipo.
Dos maneras de ver la vida, dos ciudades con una sola
cosa en común, convertirse en la capital mundial del baloncesto, cada madrugada
una nueva batalla. Oklahoma City
Thunder-Miami Heat, asalto final.
Redactor MotivaGoal
gomezibanezmiguel@gmail.com
Twitter: @Miquelgi
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