El sueño del pibe nacido en Bell Ville (Córdoba, Argentina) empezó siendo muy pequeño cuando aún hablar no estaba en sus planes.
Un día de primavera mientras su familia disfrutaba del sol en el patio de la casa, encontró por casualidad una vieja pelota de fútbol. Desde ese día aquella olvidada pelota rejuveneció porque un niño inquieto le dio vida chutando y corriendo con ella todos los días.
Los años pasaron y el niño se hizo hombre conservando ese romance con el balón que fue creciendo en una simbiosis perfecta. El 25 de Junio de 1978 por la tarde levantó definitivamente vuelo cuando se abrazó con veinticinco millones de almas en el Monumental de River Plate.
Kempes es sin duda el primer héroe de la nueva generación del fútbol argentino. En el Mundial 78 sus seis goles fueron suficientes para convertirse en el máximo goleador del torneo.
Aquel humilde cordobés le dio a
Mario Alberto Kempes, conocido mundialmente como “el matador”, recibió el mote del gran locutor argentino José María Muñoz quien en el año 1975 fue a relatar un partido de Rosario Central. El periodista le prometió a Kempes que si convertía dos goles de visitante ante Bánfield le pondría un apodo. La jornada siguiente la visita al “taladro” (seudónimo oficial de la institución) terminó con tres goles de Kempes y desde ese día se ganó con creces el nombre que sería su carta de presentación.
En Argentina la mística de la camiseta 10 no es una simple leyenda sino una realidad destinada a un grupo reducido de mortales.
La historia nos dice que fue Pelé en el Mundial de Suecia de 1958 quien inmortalizó el número dándole un estatus superior. Posteriormente Diego Maradona la convirtió en un privilegio para aquellos jugadores más técnicos y hábiles.
En el medio, Mario Kempes quien con el dorsal 10 dio a Argentina el primer título mundial de fútbol a base de velocidad con el balón dominado, talento para saber posicionarse dentro del área y coleccionar goles.
El primer mundial: Alemania 1974
En el año del mundial, Rosario Central compró a Kempes por 130 millones de pesos argentinos. Todo un dineral para la época. Su debut fue el 22 de febrero contra Gimnasia de
Rosario Central fue subcampeón del Torneo Metropolitano y Kempes colaboró para ello con un total de 4 goles en 9 partidos. No terminó el torneo porque fue convocado para jugar el mundial.
Vladislao Cap (mediocampista. Jugó el mundial 62 y dirigió el del 74) le convocó con la albiceleste con apenas 20 años en un proyecto que desde el principio estaba destinado al fracaso.
Kempes, con Argentina, en el Mundial de 1974 |
Cuenta la leyenda posteriormente realidad gracias a la sinceridad de los jugadores, que la primera reunión para preparar el mundial se hizo en una oficina pequeña y que duró apenas doce minutos. El tema a tratar fue el económico. Fin de la reunión y sin acuerdo.
Por aquel entonces no había un lugar destinado a la selección para entrenar como hoy (predio de Ezeiza) así que los jugadores alternaron el trabajo entre los bosques de Palermo y el club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA). El caos fue el enemigo principal: multitud de curiosos pidiendo autógrafos, chicos intentando entrenar con sus ídolos y todo santo Dios en la cancha sin dejar un mínimo de espacio e intimidad a los jugadores.
La participación de Argentina en este mundial fue lamentable. En la primera fase se ubicó en el Grupo D con Polonia, Haití e Italia. Terminó en segundo lugar con tres puntos por detrás de la selección polaca. Su cosecha fue un triunfo ante Haití por
En la segunda fase le tocó bailar con la más fea: Países Bajos el subcampeón, Brasil, cuarto clasificado y Alemania Democrática con quien alcanzara el único punto. Terminó última del grupo y Mario Kempes no anotó ningún gol.
La primera experiencia del cordobés en la selección mayor le sirvió para darse a conocer en el extranjero e ir aceitando una máquina que estaría a punto para el Mundial de casa.
Sandra Vadillo
Periodista Deportiva
Twitter: @sandrapress
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