Kempes explotó contra Polonia y se convirtió en héroe ante Holanda |
Tras el batacazo de Alemania, Argentina decidió que era hora que el fútbol argentino se organizara y se tomara el trabajo de la selección con seriedad y para eso llegó César Luís Menotti con una filosofía de juego que aún perdura.
La mayor meta del entrenador consistió en formar un equipo sólido que pudiera hacer un buen papel en el mundial que se organizaba en Argentina. Su trabajo incansable que duró cuatro años le llevó a recorrer todo el país buscando a ésos hombres que a posteriori se convertirían en leyenda viva del fútbol argentino.
En el prólogo del libro “El matador” de Federico Chaine, César Menotti escribió que cuando Kempes emigró al Valencia, un buen día le envió una carta que decía: “Alguna vez creo que le dije que lo único que dejaba el fútbol y que realmente importaban eran amigos. Cuando uno trata con gente como usted no tiene dudas de que eso será una realidad apenas transcurra el tiempo que nos permita conocernos.”
Kempes fue el único jugador de la lista oficial para el Mundial 78 proveniente del exterior ya que el entrenador confiaba plenamente en él y en su trabajo. “Cuando se unió al grupo lo hizo como si su ausencia hubiera sido solamente por unos días. Bromeó con los muchachos y se habituó al ritmo de trabajo pese a que la semana anterior había concluido el extenso campeonato español donde se acababa de consagrar como máximo goleador por segundo año consecutivo”.
Argentina comenzó el mundial con pie de plomo intentando hacer pie en terreno seguro. Ante Hungría en su partido inaugural pudo superar el shock de ir perdiendo. Finalmente ganó 2 a 1.
El segundo partido con Francia fue otra historia. Un comienzo complicado, falta de coordinación en el juego y los franceses con Platini como bandera que no se rindieron. Finalmente llegó el triunfo de la tranquilidad.
El gran tropiezo vino ante Italia, el catenaccio mató la ilusión. Argentina terminó segunda del grupo y tuvo que marchar a Rosario para afrontar una segunda ronda a suerte o verdad.
Rosario Central, Kempes y el Gigante de Arroyito la trilogía perfecta para el gran despegue. “Cuando viajamos a Rosario para la segunda ronda, mitad en serio, mitad en broma, le aconsejé que se afeitara los bigotes. Casualidad o no jugó un partidazo y le hizo dos goles a Polonia y otros dos a Perú contó Menotti.
El 14 de junio apareció Mario Kempes y su alma goleadora para librar el primer escollo, la selección de Polonia. Argentina ganó dos a cero aunque sufrió bastante especialmente con aquel cabezazo del polaco Lato que Kempes salvó con la mano porque iba en camino directo hacia el gol.
“Muchos dijeron que llegaba el momento sagrado para mí pero no, fue el momento sagrado para Mario quien tuvo aquél reflejo para sacar la pelota al ángulo con la mano” (Ubaldo “pato” Filiol, portero titular) quien a posteriori atajara el penalti a Deyna.
El partido con Brasil dejó un 0-0 insulso que obligó a golear a Perú para pasar a la final. El amplio triunfo por 6-0 ante los peruanos es otro de los misterios sin resolver. Se habló de soborno a algunos jugadores y de acuerdos económicos entre los gobiernos. La gran verdad fue que Kempes abrió la puerta hacia la gran final y marcó su segundo gol que dio esperanzas a todo un país.
La gran final: Argentina 3-1 Holanda
“La charla previa antes de subir al bus de Menotti fue la más corta de todas porque ya estaba todo dicho. Duró menos que un cigarrillo, no más de cinco minutos” reconoció Kempes.
El 25 de junio de 1978 en el estadio Monumental de River Plate setenta mil almas y once jugadores hicieron el mayor pacto en la historia del fútbol argentino: conseguir vencer a la naranja mecánica para consagrarse por primera vez en su historia campeones del mundo.
Recordando aquel memorable partido Kempes dijo: “Hacía mucho frío, pero al salir al campo y ver a la gente sentimos calor por la responsabilidad que teníamos antes ellos. Y el gran matador no defraudó.
El partido se caracterizó por la lucha, la pelea, la entrega y la pasión de los jugadores quienes en ningún momento bajaron los brazos.
“Nunca me tiré al suelo para marcar un gol hasta ese día. Los defensores se confiaron demasiado en una jugada muy bien empezada por Ardiles con el puntazo de Luque. La salida del portero me benefició.”
El segundo gol de Kempes hizo vibrar al estadio “Yo no vi quienes venían a por mí, solo vi la pelota. Después de mi gol, Holanda perdió los papeles. El gol de Bertoni nos dio la copa. A nivel mundial y personal el 25 de junio fue mi techo”,
“El gol es todo, es lo que me mueve a jugar. Es una especie de sedante. A medida que va jugándose el partido me voy cargando de sensaciones y cuando veo el balón en la red contraria me desahogo, exploto. Cuando siento el grito de la gente ahí estoy tranquilo, muy tranquilo”.
Todos tenemos nuestra máquina del tiempo ¿no? Las que nos llevan hacia atrás, son recuerdos; las que nos llevan hacia adelante, son sueños.
Sandra Vadillo
Periodista Deportiva
Twitter: @sandrapress
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