11/06/2013
Ha forjado su tercer ascenso a
Primera División en el sufrimiento y la superación constante. Remando a
contracorriente para alcanzar la segunda plaza y, una vez la ha tenido,
defendiéndola a capa y espada. De una primera vuelta irregular, a una segunda
espectacular que le ha permitido volver al lugar que perdió la pasada campaña.
El pasado verano, las oficinas de
Miralcamp echaron humo con la profunda renovación acometida. El club se
desprendió de los Diego López, Borja Valero y Gonzalo, entre otros, y apostó
por Bruno, Senna y Cani como ejes de un proyecto que pretendía aunar
experiencia y juventud. Tras el trágico fallecimiento de Manolo Preciado, se
apostó por Julio Velázquez, técnico de la casa que había estado dirigiendo al
filial. Dicha elección generó una cierta división. Algunos consideraban que
podría estar a la altura. Otros, por el contrario, miraban con recelo su edad
(31 años) y dudaban de cómo afrontaría la presión de un objetivo tan exigente,
al contar con apenas experiencia en la categoría.
Lejos del objetivo en la primera vuelta
Todo parecía ir bien tras el buen arranque. En la séptima jornada, el Villarreal ocupaba la segunda plaza tras cosechar 5 victorias (Castilla, Guadalajara, Ponferradina, Hércules y Córdoba) y 2 empates (Sabadell y Las Palmas). En la octava jornada, llegó la primera derrota en Liga. El Villarreal cayó en El Molinón y, a partir de ahí, entró en una dinámica de constante irregularidad hasta el final de la primera vuelta. En la jornada 21, contabilizaba 8 victorias, 8 empates y 5 derrotas, arañando el 51% de los puntos disputados. Un bagaje pobre que, incluso, le había dejado fuera del play off de ascenso.
Roig sustituye a Julio Velázquez y confía en Marcelino
La crítica señalaba,
principalmente, a Julio Velázquez. La idea del técnico, de juego ofensivo y combinativo, iba acorde al
estilo del club. No obstante, le castigó la poca profundidad y, sobre todo, la
alarmante falta de gol. Se generaban ocasiones, pero costaba un mundo meterlas.
Fernando Roig esperó, tuvo paciencia pero, al ver que la situación no se
revertía, destituyó al salmantino tras empatar en Almería. El presidente dio la
alternativa a Marcelino. La idea pasaba por traer a un entrenador experimentado
en Segunda que ya hubiera conseguido, anteriormente, subir a Primera. El
preparador asturiano, que ya había ascendido a Recreativo y Zaragoza, reunía
estos dos requisitos.
Marcelino, el revulsivo del ascenso
Pese a tener un debut desastroso,
con manita incluida ante el Castilla, enderezó el rumbo y de qué manera. Los
números hablan por si solos: 13 triunfos, 6 empates y 2 derrotas, cosechando el
73% de los puntos en la segunda vuelta. El técnico cogió el equipo estando a 6
puntos del ascenso directo y lo ha dejado en Primera. Marcelino ha puesto en
liza el clásico esquema 4-4-2 y, al juego ofensivo, ha implantado una vertiente
vertical. Los jugadores se acoplaron pronto a su idea y se sintieron cómodos en
ella. Así lo han reflejado, por consiguiente, los resultados. Por otro lado, el
asturiano también mejoró, notablemente, la mentalidad. Antes de su llegada, la
presión y los nervios hacían mella cuando llegaba un contratiempo. Con
Marcelino, por el contrario, los jugadores se han mostrado fuertes ante la
adversidad y no se han desmoronado ante el hecho de encajar primero o que el
rival te empate. Esta fortaleza psicológica, ha permitido no desmoronarse en la
vertiginosa y dura lucha por la segunda plaza.
Gran arreón final
A seis jornadas del final, la
derrota ante el Elche le dejaba a cinco puntos del Girona que, por aquel
entonces, era segundo. En ese momento, el designio del Villarreal no parecía
otro que luchar por el ascenso mediante la vía del play off. Sin embargo, en la
jornada posterior, hubo un resultado tan sorprendente como inesperado. El
Girona cayó goleado (2-4) en casa ante el Xerez, dejándole abierta una gran
posibilidad al Submarino. Si vencía al Alcorcón se quedaba a dos puntos del
conjunto gerundense y, para más inri, luego recibía a este en casa. Si ganaba
esos dos partidos, se ponía segundo y así ocurrió. Alcanzó la segunda plaza y
ya no la soltó. Posteriormente, venció a Xerez, Barcelona B y llegó a la última
jornada empatado a puntos con el Almería. Le valía el empate, pero no dio
opción a la suspicacia y firmó su quinta victoria seguida. Su mejor racha de la
temporada. El punto de inflexión, la derrota del Girona ante el Xerez. A partir
de ese momento, el equipo se enchufó y alcanzó su máximo voltaje.
Acierto en la reestructuración del mercado invernal
También, mención especial para
las acertadas decisiones que se tomaron en el mercado invernal. A parte de la
llegada de Marcelino, se acometió una nueva reestructuración que, a la postre,
ha dado un óptimo resultado. Salieron Lejeune, Toribio, Gerard Bordas,
Cavenaghi y Pandiani, los dos últimos tras no dar el rendimiento esperado.
Llegaron Farinós, Dorado, Juanma, Jonathan Pereira, Aquino y Perbet. Los tres
últimos han dado un grato rendimiento. El mexicano ha aportado profundidad,
Jony regate y Jérémy, gol. El francés ha sido la gran sorpresa. Prácticamente,
nadie conocía al máximo goleador de la pasada liga belga y, este, se ha dado a
conocer como mejor sabe. Goleando. 11 goles en 18 partidos, su carta de
presentación. Por otro lado, Dorado y Farinós eran titulares hasta que se
lesionaron de gravedad, mientras que Juanma es el que más desapercibido ha
pasado. Estas incorporaciones, unido a la mejor versión de Cani, la constancia
de Bruno y el buen arreón de Uche, han llevado al Villarreal a Primera. Sin
olvidar a Canteros. Después de no contar en la primera vuelta, ha acabado la
temporada como titular y demostrando buenas dotes organizativas en el centro
del campo.
Por último, reseñar el último
pilar del ascenso. Tal y como dice el presidente: “El mejor activo del
Villarreal”. Se trata de la afición. Esa que ha estado ahí no solo en los
buenos momentos, sino también en los malos. En las últimas jornadas, ha
demostrado ser de Champions. Lo vivido en el Mini Estadi –10.000 groguets en la
grada– fue algo para la historia. De hecho, se vivió el mayor desplazamiento
del club, con 173 autobuses que partieron desde tierras castellonenses rumbo a
Barcelona. En las últimas jornadas, a la hinchada se la ha visto apasionada,
enfervorizada y a tope con el equipo, más incluso que cuando se habían vivido
las hazañas en Champions. Este apoyo se ha tornado en el impulso necesario que
ha contagiado a los jugadores. Ellos y la afición se han fusionado y, juntos,
lo han conseguido. De nuevo en Primera. La próxima temporada, será la 14 en la
máxima categoría del fútbol español. El Villarreal ha vuelto para quedarse.
Twitter: @manuelmonfort
http://tocando-laspelotas.blogspot.com.es/