Lo que debería de ser una magnífica
noticia, la vuelta de Luis Enrique a los banquillos, se ha tornado en polémica
por la nefasta gestión de la Federación y por el deterioro de la relación entre Robert
Moreno y Luis Enrique. El retorno de Lucho
y el adiós de Robert Moreno han traído una tormenta a la Selección, justo
cuando estaba en un momento óptimo de resultados y juego. Movimiento similar al
del despido de Julen Lopetegui como seleccionador en la víspera del Mundial de
Rusia. Luis Rubiales lo ha vuelto a hacer.
En las horas previas del partido
ante Rumania, salió a la luz que Robert Moreno no seguiría y que Luis Enrique
volvería. La bomba llegó a la concentración. A los jugadores nadie les dijo nada,
pero se abstrajeron de distracciones externas y se concentraron en el partido,
tal y como lo demostraron en el 5-0 que le endosaron a Rumanía. Precisamente,
ante Rumanía y Malta se vio la mejor versión de la España de Robert Moreno.
Fútbol de posesión, velocidad y gol, mucho gol. Moreno clasificó a España como
primera y, además, en sus seis partidos oficiales, ha dejado un saldo a tener
en cuenta: 4 victorias, 2 empates, 20
goles a favor y 3 en contra.
Robert Moreno, que hasta entonces
había actuado como si nada, llegó al vestuario destrozado. “¡Me han echado!”
entre lágrimas. Incredulidad entre los jugadores que no se terminaban de creer
el rumor hasta entonces. Llegaron las llamadas de Rubiales a Sergio Ramos y
Busquets para confirmar que Luis Enrique volvía y Robert Moreno no continuaba. Robert Moreno se ha sentido traicionado y
fulminado; de ahí, las negativas a comparecer en la rueda de prensa
posterior al partido y a solucionar su finiquito al día siguiente en Las Rozas.
Estos movimientos contradicen las
afirmaciones de Rubiales: “Robert Moreno le dice a Molina que quiere acordar su
salida y no ser un impedimento para Luis Enrique”. De ser así, Robert no habría
tenido inconveniente en anunciar el regreso de Luis Enrique y que, a partir de
ahora, volverían a trabajar juntos. Hubiera
sido el final más justo. Luis Enrique como primero, Robert Moreno como segundo
y todos felices. Pero no. Robert Moreno, en estos nueve meses, anunció que
no tendría problemas para echarse a un lado si Lucho decidía volver. Luis Enrique, sin embargo, no quiere
trabajar con el que hasta hace poco fue su segundo. La relación entre ambos
se ha enturbiado hasta tal punto. Rubiales,
por su parte, no confía en Robert Moreno y le ha echado en la cresta de la ola porque prefiere a Luis Enrique,
por mucho que diga que no ha sido así. El jaque mate de una partida
macabra.
Entre tanto, Robert Moreno hablará
en los próximos días y dará una versión que, a buen seguro, diferirá de la de
Luis Rubiales. El presidente de la RFEF parece más amante de la tragicomedia
que de la estabilidad en el fútbol español.
Manuel Monfort Marzá
MotivaGoal
Twitter: @Manuelmonfort